lunes, 7 de octubre de 2013

EL SAPO Y EL TRITON


Se encontraron el sapo y el tritón una mañana junto a la charca. La mujer del tritón conocía a la mujer del sapo y sabía que sus maridos harían buenas migas y así de paso sus pequeños podrían jugar juntos en el prado.



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Pero el tritón estaba tan ensimismado en su mundo acuático que miraba con recelo al enorme sapo, cuyo idioma, gustos y costumbres eran distintas a las suyas.


Sin embargo el sapo miraba al tritón con buenos ojos, había visto algo en él que no había encontrado en otros vecinos del lugar.

El tremendo sapo había llegado de tierras lejanas y aunque no se le entendía muy bien, estaba aprendiendo rápidamente la lengua del tritón.

Continuamente intentaba el sapo acercarse al tritón y siempre se encontraba con un muro invisible que le impedía acercarse demasiado.

Así pasaron varias primaveras, pero el obstinado sapo no se rendía.
 
 
Una noche las dos familias estaban reunidas y el sapo cantó una canción de su tierra. El tritón se quedó fascinado con la voz del sapo. Jamás creyó que le gustaría una canción de alguien tan diferente.

La familia del sapo invitó a la del tritón a comer y al llegar el tritón pensó que jamás le gustaría la comida del sapo.
 
 
 
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Pero al probarla sintió que un mundo de sabores inundaba su boca y durante años compartieron hermosas canciones y suculentas comidas.
Por primera vez sintió el sapo que había roto el muro del tritón.

El sapo conocía bien el país del tritón y por eso deseaba mostrarle a su nuevo amigo el lugar donde nació.

Juntas las dos familias viajaron al lejano hogar del sapo donde conocieron lugares mágicos y comieron deliciosos manjares.

El sapo estaba feliz, pues su amigo el tritón disfrutaba como un renacuajo en su bello país.

Varios fueron los viajes que hicieron juntos al país del sapo. Unas veces con toda la familia y otras con los amigos de la infancia del sapo que recibieron al tritón con los brazos abiertos y lo trataron como a uno más de la pandilla.
Pero el tritón tenía muchos amigos y le gustaba rodearse de ellos para bailar, reír y cantar absurdas canciones que a veces aburrían al sapo. Cuando el sapo intentaba cantar alguna de las suyas los amigos del tritón le mandaban callar sin que el tritón dijera nada.  

Cuando por fin todos se marchaban de la casa del tritón, el sapo se quedaba solo tarareando sus canciones hasta que el tritón terminaba de recoger los restos de la fiesta.
Pero para sorpresa del sapo, al terminar una de aquellas celebraciones el tritón se sentó a su lado y aunque no entendía ni una palabra del idioma del sapo, atentamente le escuchó cantar. Juntos bebieron y compartieron muchas veces canciones hasta el amanecer.

Un día el tritón llamó a todos lo amigos que tenía para celebrar una gran fiesta y el sapo acudió feliz pensando que por fin podría cantar  sus canciones en casa de su mejor amigo, el tritón. Pero el necio tritón despreció aquellas bellas canciones, sus preciosas costumbres y su incondicional amistad, a cambio de canciones vacías y falsas risas.

El sapo se fue para siempre de la casa del tritón con el corazón herido y el alma destrozada. Había soñado con un mundo que ahora se venía abajo.
 
 
 
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Al acabar la fiesta todos se marcharon y una vez más se quedó solo el tritón limpiando la suciedad.

Pero al volver la cabeza el tritón, no encontró como de costumbre al sapo cantando sus bellas canciones y por primera vez sintió la soledad.

El desolado tritón se sentó en el sitio preferido del sapo y empezó a cantar sus canciones. Al fin había entendido su significado y lagrimas brotaron de sus ojos. Su mejor amigo le entregó el alma y la dejo escapar entre sus manos.

El corazón del tritón quedó desecho y roto, pues sabía que sería imposible recomponer los cristales rotos de la maravillosa cúpula de cristal que juntos habían construido.

Era su mundo, un enorme paraguas donde refugiarse en invierno, donde plantar semillas en primavera y buscar, entre jaras, frutos silvestres  en otoño.

Ahora, solo queda un dulce recuerdo de aquellos momentos, el sonido lejano de sus copas al chocar y las risas, sobre todo las risas de dos niños que descubrieron mundos tan distintos pero tan cercanos.

FIN